La migración a software libre. The soft revolution

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Algo está cambiando, los usuarios domésticos, las empresas y las administraciones públicas se están dando cuenta de lo importante que es utilizar sistemas abiertos para la gestión y transmisión de la información.

Hasta la ONU parece estar por la labor: según Dominique Ouredrago, inspector de Naciones Unidas participante en la segunda Conferencia Internacional de Software Libre celebrada en Málaga, “la ONU recomienda la utilización y el fomento del software libre tanto en el seno de la organización como entre los países miembros” porque “es el vehículo más adecuado para su desarrollo, especialmente en materia de salud, educación y comercio internacional”. No obstante, tanto las presiones de los lobbies pro-Microsoft como la costumbre de usar Windows dificultan el paso al software libre.

Los modelos de software libre son abiertos y gratuitos. Se trata de sistemas operativos y programas de gran calidad capaces de satisfacer las necesidades de todo tipo de usuarios, creados tradicionalmente por una comunidad global de activistas entusiastas y, más recientemente, por importantes empresas de todo el mundo. Pero si el software libre es tan robusto y versátil, ¿por qué no acaba de imponerse a los sistemas propietarios, que asfixian con sus licencias a las economías locales y no permiten su mejora por parte de terceros al negar el acceso a sus códigos fuente?

Existen varias explicaciones. En primer lugar está la mera costumbre. Millones de personas en el mundo están habituadas al uso diario de Microsoft Windows que, a menudo, viene preinstalado en sus equipos caseros. A muchos niños les educan desde pequeños en las aulas de informática con un ordenador con Windows, de modo que no aprenden exactamente informática sino más bien a desenvolverse dentro de ese sistema operativo. Otro importante obstáculo para la expansión de los sistemas libres es la enorme difusión de los programas pirateados: si cada empresa y usuario particular tuviera que pagar las licencias de todos los programas propietarios pirateados que utilizan, la expansión del software libre aumentaría enormemente.

No obstante, la transición de los sistemas propietarios al software libre es perfectamente factible. Sin ir más lejos, Greenpeace lleva ya un año utilizando software libre en el 98% de sus equipos informáticos. LDNM ha hablado con Manu Campos, responsable de informática de esta organización, acerca de su proceso de migración.

El pasado 10 de febrero se cumplió un año desde que se hizo pública la migración de los sistemas de Greenpeace España al software libre. ¿Cómo valorarías este tiempo transcurrido?
Muy positivamente. Desde un punto de vista práctico, a pesar de que ha habido algunas dificultades, ninguna ha sido insalvable, y hemos tenido muchas mejoras: ausencia de virus, de licencias, muchas facilidades para administrar los ordenadores en remoto, etc. Actualmente, pensamos que sería muy interesante apostar por desarrollos libres llevados a cabo entre varias organizaciones. Por ejemplo, desarrollar una aplicación de gestión libre aportando recursos en común sería mucho más eficiente, rápido y cooperativo que desarrollar una aplicación a medida para cada una. Además, facilitaría que otras organizaciones aprovecharan ese trabajo.

Ubuntu es una distribución de Linux de tipo escritorio basada en Debian. ¿Por qué elegisteis Ubuntu? ¿Estaba el personal técnico capacitado para administrar sistemas de software libre o ha habido necesidad de formación extra?
Desde el principio estábamos interesados en Debian, por su modelo libre de intereses comerciales y su Contrato Social. Además, Ubuntu nos ahorraba mucho tiempo en las instalaciones y nos permitía tener las últimas versiones de las aplicaciones de escritorio mucho antes. Todos los servidores funcionaban con Debian desde hacía varios años, así que el personal técnico estaba preparado para el cambio.

¿Fue difícil convencer a las altas esferas, generalmente poco familiarizadas con los aspectos técnicos, para llevar a cabo el proyecto? ¿Es una iniciativa local o se está desarrollando en otros lugares?
A nivel mundial, en Greenpeace siempre ha habido un gran interés por el software libre y se ha intentado utilizarlo siempre que ha sido posible. La infraestructura actual de la red y los servidores funcionan desde hace muchos años en GNU/Linux. En la Web, usamos el gestor de contenidos Planet 2 basado en OpenAcs (software libre), y Greenpeace Internacional está desarrollando una intranet con RubyOnRails (más software libre). El gran paso que quedaba por dar era el escritorio de los usuarios. Casi todas las oficinas de Greenpeace están planeando dar ese paso o tienen interés en hacerlo. En nuestro caso –Greenpeace España– estaba planificado desde 2003.

¿Cómo resultó el proceso para los usuarios? ¿Es la migración tan traumática para ellos como suele presuponerse?
Como no tenemos muchos recursos para dar soporte, intentamos hacer la migración lo más suave posible para los usuarios. El primer cambio fue pasar de Microsoft Outlook a Mozilla Thunderbird, así como de Microsoft Internet Explorer a Mozilla Firefox, y fue un cambio muy sencillo. Después pasamos de Microsoft Office a OpenOffice. Este fue el cambio más difícil. Hicimos unos cursos de formación, para que la gente le pudiera sacar más provecho a las nuevas herramientas. El último paso, cambiar el escritorio, fue más suave. El paso del entorno de escritorio de Windows a Gnome (entorno gráfico propio de Ubuntu) es bastante sencillo, la gente se manejaba sin problemas.

¿Por qué resultó más difícil para los usuarios el cambio a OpenOffice?
Hay dos causas principales. La primera: prácticamente todo el mundo usa Microsoft Office, con lo cual muchas veces hay que enviar documentos en estos formatos para que organismos externos a Greenpeace puedan utilizar estos documentos. Además, a veces hay problemas usando los formatos propietarios de Microsoft desde OpenOffice, aunque la versión 2.0 de esta última ha mejorado mucho los filtros de conversión de unos formatos a otros. La segunda es que había bastantes usuarios con conocimientos avanzados de MS Office que hacían un uso extensivo de muchas de sus funciones (macros, combinar correspondencia, etc.). Para estos usuarios fue más duro.

¿Qué formatos utilizáis para el intercambio de documentos digitales con la prensa o con otras organizaciones?
Intentamos en la medida de lo posible usar formatos abiertos, como PDF o RTF pero, lamentablemente, muchas veces necesitamos usar formatos de Microsoft (DOC, XLS, etc.) para que puedan trabajar con documentos que nosotros les enviamos.

¿Para cuándo licencias Creative Commons en los sitios web y en las publicaciones escritas de Greenpeace?
De momento estamos teniendo un debate interno para ver cómo llevarlo a cabo. (risas)

Hay ciertos tipos de aplicaciones en las empresas, como las orientadas a temas de contabilidad y nóminas y las que interactúan con la administración pública, que dificultan o hacen imposible la migración a software libre de los equipos implicados. ¿Cómo habéis solucionado este problema?
Ese problema no sólo se da con ese tipo de aplicaciones, sino también con páginas web que no cumplen los estándares y que solamente funcionan bien si utilizas Microsoft Explorer, así como con los formatos propietarios de Microsoft (documentos de Office, por ejemplo), y con pequeñas aplicaciones muy específicas de las que no encontramos ninguna versión equivalente en software libre. La solución que escogimos fue montar un servidor Windows con Terminal Server. Así, los usuarios iniciaban desde su sistema en Linux una sesión remota en el servidor Windows, donde pueden trabajar con la aplicación de contabilidad, o cualquier otra cosa que no puedan hacer desde GNU/Linux.

¿Cómo interpretas el hecho de que la gran mayoría de las ONG continúen utilizando sistemas propietarios?
Creo que es necesaria una reflexión dentro de estos ámbitos sobre las implicaciones que tiene el uso de software libre, para que se deje de ver como algo solamente técnico o económico. El acceso a la información, la transmisión del conocimiento, la libertad de poder modificar o adaptar las aplicaciones que uses, los modelos cooperativos de trabajo subyacentes y las posibilidades que permiten, la seguridad y confianza que ofrece saber que el código fuente de las aplicaciones está disponible y que puedes saber lo que ejecutas en los ordenadores y los servidores, la no dependencia de monopolios, son todos ellos factores que deberían de tener un peso más importante dentro de este tipo de organizaciones.

Via | Revista http://www.ladinamo.org/ldnm/
Texto: Javier García Diz

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